Desde antiguo era habitual que muchas batallas se celebraran cerca de los ríos, así la sangre de los muertos y heridos corría pendiente abajo hasta alcanzar el agua y teñirla de rojo.El río era el fatal final que le esperaba a muchos de los combatientes, enfrascados en una tarea peligrosa que había que seguir hasta el final: vencer o morir.
Es el origen de la expresión «de perdidos al río»
Como suele suceder, el origen podría no ser este sino otro, y seguramente no pueda saberse con certeza.
La frase proviene del hecho de que, cuando una persona se pierde (en un campo, en una selva, en un bosque…) la lógica le dice que si encuentra un río, siga su corriente. Ella le llevará al mar, es decir, a la salida, a la solución. Por extensión (seguir la corriente o incluso tirarse al río o navegar por él puede ser difícil) se aplica a aceptar también una solución difícil cuando se está en una disyuntiva o en la resolución dudosa de algo, y se acaba aceptando esa solución difícil diciedo «pues, hala, de perdidos, al río».
Precisamente de lo de las batallas junto a los ríos procede otra expresión muy común, la de «no ha llegado la sangre al río». Dos expresiones con la misma explicación.
Otra versión: el río no representa el trágico final sino como bien dice en la segunda explicación, la solución. Y es que al perder la batalla y verte rodeado por las fuerzas enemigas sin ninguna opción de escape, sólo podías elegir entre morir a manos de las fuerzas enemigas o tirarte al río y tener chances de vivir. Y es que normalmente hacerse al río podría ser peligroso, pero en situaciones límite era eso o morir.